3.9.13

INFANCIA Y VOCACION

Fue monaguillo junto al padre Darío Broggi en su pueblo natal Alberti. El fue quien advirtió la inteligencia de Juan y habló con sus padres para que lo enviaran a Buenos Aires. Pero las distancias eran largas, el amor por el chico grande y el dinero escaso. Al terminar la escuela primaria entró como mensajero en el telégrafo del pueblo.

Una anécdota -ya hombre en Buenos Aires-, pinta lo aprendido en su primer trabajo: estaba una tarde en un café céntrico y en una mesa cercana estaba Atahualpa Yupanqui, que jugaba con la cucharita del café. 
Juan prestó atención a los sonidos, tomó un tenedor y una cuchara y surgió el siguiente diálogo en código Morse:
J.F.B.: ¿usted fue telegrafista verdad?
A.Y.: si, pero eso fue hace mucho tiempo.
J.F.B.: me di cuenta porque estaba cantando poemas con la cucharita.
A.Y.: Claro. Han pasado más de 40 años y me pasó lo que decía Amado Nervo: quien lo aprendió no lo pudo jamás olvidar…

Se miraron y rieron. Cosas de la vida. La magia de la guitarra de Yupanqui y la inspiración poética de Ferreyra Basso se fundieron, por unos minutos, en la curiosa confabulación de una cucharita y un tenedor en un bar de Buenos Aires.