INFANCIA Y VOCACION
Fue monaguillo junto al padre Darío Broggi en su pueblo natal Alberti. El
fue quien advirtió la inteligencia de Juan y habló con sus padres para que lo
enviaran a Buenos Aires. Pero las distancias eran largas, el amor por el chico
grande y el dinero escaso. Al terminar la escuela primaria entró como mensajero
en el telégrafo del pueblo.
Una anécdota -ya hombre en Buenos Aires-, pinta
lo aprendido en su primer trabajo: estaba una tarde en un café céntrico y en una mesa cercana estaba Atahualpa
Yupanqui, que jugaba con la cucharita del café.
Juan prestó atención a los
sonidos, tomó un tenedor y una cuchara y surgió el siguiente diálogo en código
Morse:
J.F.B.: ¿usted fue telegrafista verdad?
A.Y.: si, pero eso fue hace mucho tiempo.
J.F.B.: me di cuenta porque estaba cantando
poemas con la cucharita.
A.Y.: Claro. Han pasado más de 40 años y me pasó
lo que decía Amado Nervo: quien lo aprendió no lo pudo jamás olvidar…
Se miraron y rieron. Cosas de la vida. La magia
de la guitarra de Yupanqui y la inspiración poética de Ferreyra Basso se fundieron,
por unos minutos, en la curiosa confabulación de una cucharita y un tenedor en
un bar de Buenos Aires.
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